miércoles, 17 de noviembre de 2021

Singladura


 





Los espíritus libres se habían alejado de la tribu. Bajo el cielo oteaban la vastedad del paisaje.





Ser un verso suelto.
Un verso libre para soltarse,
para despojarse,
para desprenderse
de dogmas e imposiciones.

Qué difícil
—para los versos subordinados— 
no entender el viaje de las ocas
al traspasar fronteras,
credos, abismos o muros.

Qué difícil cuando las verdades
se convierten en medias verdades.
Qué difícil encontrar la verdad
en sectarios manuales.

Y qué plácido es contemplar
el cielo astrífero de la noche.
Qué sereno es habitar en desnudas
atmósferas de ecuánimes nubíferos

Todavía hay resilencia...
Todavía hay un hesicasmo para gozar,
para retar imposturas efervescentes.
Todavía quedan siluetas alígeras
desafiando estos opacos cautiverios.



Ángel Mora de las Heras  



viernes, 22 de octubre de 2021

Itinerante


 





Llega un tránsito de tonos:
sosiego de luz melancólica.

Queda atrás el estío
de las huellas candentes.

Queda atrás la pereza
estival y el silente sesteo.

La otoñada cubre de amor
las grietas de los ausentes.

Sobre los canteros
posan las margaritas de otoño.

Todavía son soñadas:
un me quieres o no me quieres.

En el mismo instante
—al deshojar la flor—
ya hemos herido su belleza.

Flotan en el aire suspiros
enredados en el pasado.

Y la vida sigue,
como las mutables estaciones,
al vaivén de un péndulo.




Ángel Mora de las Heras 


miércoles, 22 de septiembre de 2021

Paréntesis


 





Hoy quiero hablar conmigo. También quiero hablar contigo.

—¿Me escuchas?

Hablo solo. Lo sé. Tantas cosas que decir. Tantos recuerdos dormidos. Tantas fotografías plasmadas en el tiempo y en aquellos gratificantes viajes. Tantas caricias y besos sobre tu cuerpo. Las almohadas eran conocedoras de ciertas verdades. Esas almohadas que reían, lloraban o, simplemente, imaginaban. Esas almohadas que guardaban celosamente intimidades. Y los sueños —de cada uno— que navegaban con sedosas velas de  libertad. Y la pasión, no solo del placer carnal, sino de las inquietudes y curiosidades. Y el amor: verdadero alimento del alma.

—¿Sigues ahí?

No sé si estás o no estás. Quiero creer que sí estás. Algunos dirán que no estás.Otros dirán que no existe la realidad. A saber...La metafísica, la espiritualidad y la física cuántica saben de estas cosas. Pero hablemos de conciencia. No, que no falte en esta conversación los ingredientes necesarios para la conciencia.

—¿Recuerdas mis pensamientos, mis ideas, mis visiones?

Ya sé que los recuerdas. Siempre con hambre de justicia social.Siempre luchando por los derechos humanos y animales.Pero tan alejado de los partidos, de los dogmas y de las etiquetas. Siempre fui un disidente declarado. O blanco o negro era la consigna del partido. Yo era de matices, de otras tonalidades. Siempre alejado de imposiciones o de verdades partidistas. Sus verdades no eran mis verdades. 

—¿Te acuerdas de nuestra llegada?

Vinimos con los silentes albores. Cuando llegamos —hace tiempo— portábamos la total, la desnuda carencia. No existían palabras, signos ni incipientes preámbulos. No existían banderas, ideologías, doctrinas. Estábamos libres, ausentes de sermones y de adoctrinadas cegueras. Y nos hicimos niños y niñas. Niños y niñas que jugaban y soñaban. Niños ajenos a la alteración y al caos del mundo. Pero crecimos...Dejamos aquel niño que jugaba y soñaba. Dejamos aquel niño que pisaba los charcos y correteaba por los barbechos. Dejamos de ser aquellos niños con su cándida imaginación. Dejamos aquella curiosidad, casi innata, de observar los más recónditos sitios.

Y nos hicimos adolescentes...Y nos hicimos adultos...Y vimos que las precipitadas vacuidades asomaban sus tentáculos. Había que seguir a este, a ese o aquel. Tener un líder, un sostén donde fijarnos. Nos fueron moldeando, clasificando. Pero tú y yo no caímos en su trampa. Seguimos viendo todo tipo de injusticias...pero mantuvimos los ojos despiertos.



Continuará...








Ángel Mora de las Heras  

lunes, 20 de septiembre de 2021

En libertad

 








¿Dónde estás?
¿Estás ahí?

Me he descolgado
de los lazos invisibles.

Ya nada me ata
a esa cadena de vacuidades.

Hay un preludio,
un cisma de alejamiento.

Hay voces empeñadas
en cincelar su verdad
en una jaula.

Tú eres libre. Lo sé.
Tú amas los espacios
que albergan aberturas.

Estoy contigo.
Amo tus disidentes alas.

Ambos huimos
de estas celdas de la mente.

Ahora observamos
bajo límpidos ojos.

Hay un sutil avance
de no pertenencia.

Al otro lado,
junto al versado árbol,
nos espera la quietud.





Ángel Mora de las Heras


viernes, 28 de mayo de 2021

Llegada del estío


 







Un reverbero de sol
pronuncia inusitados
diálogos en el herbazal.
Todo se detiene.


Las últimas flores
—mímica primavera—
perfilan su tránsito.
Todo se detiene.

La tierra se colma
de alientos generosos
e imperecederos halagos.
Todo se detiene.

Al otro lado,
junto al abedular,
hay un apéndice de frescor.
Todo se detiene.

Los ruiseñores cantan
—los escucho—
una oda de libertad.
Todo se detiene.

En el relente nocturno
se apacigua la sed,
se funden los abrazos.
Todo se detiene.

La noche hilvana
reclamos de búhos
al abrigo de espesuras.
Todo se detiene.

Hay cadenciosas pausas.
Me paro y observo...
El estío está al llegar.







Ángel Mora de las Heras


miércoles, 5 de mayo de 2021

Estival


 







El sol
ha estampado su luz
sobre el durmiente
y agrietado tejado.

Bajo sus paredes
—cuarteadas de olvido—
hay vitalicias perezas
de siestas bucólicas.

El estío invita,
con su vivaz resol,
a sosegadas charlas
y umbrosos placeres.

Surgen
acrisolados 
atardeceres
—pausadas plazas—
donde el agua se pronuncia.

Surge la vida
a ritmos flemáticos.
No hay prisas
en el horizonte.





Ángel Mora de las Heras 

jueves, 29 de abril de 2021

Deseo primaveral


 


Me asomo
para integrar
el desliz de las sámaras
sobre mi piel.

El viejo olmo
reconoce 
la injerencia
de mi curiosidad.

Una mariposa 
traza volátiles caprichos
sobre las flores.

En mi rostro
queda grabado
un cariz de libertad.

De mis pliegues
decoran estelas
que nunca encajaron
en este mundo.

De mis manos curtidas
brota un hontanar
de cristalinos reflejos.

Nace en mí
un primaveral deseo:
alejarme de la tribu
para seguir soñando
otras realidades.




Ángel Mora de las Heras 



jueves, 4 de marzo de 2021

Ídolos


 




Acurrucarse
entre palabras
antónimas
de cegueras y odios.

Dar portazo
al ciego y violento
viaje a la idolatría.

Desterrar
esos vocablos
de sinuosa
lava vehemente.

Desterrar
la homofobia,
la misandria,
la misoginia,
el racismo.

Alejar
esas miserias
que adoctrinan,
que nos impiden
avanzar, caminar.

Cerrar
para la eternidad
la poderosa mano
del clasismo.

Clausurar
el precipitado
oscurantismo
de la ley del embudo.

Buscar el porqué
y el para qué
de las imposiciones.
Ser nosotros mismos.

¿Para qué los ídolos
y los líderes?
¿Para qué enturbiar
el océano libre
de la mente?

Sobre el balcón
asoma solemne
la templanza.

Más arriba,
sobre cenitales
y desposeídas nubes,
se asienta la cordura.

Mi alma,
agradecida,
se llena
de libres pensamientos.






Ángel Mora de las Heras 
 

miércoles, 27 de enero de 2021

Loa a la calma


 




Despacio.
No hay prisas
para colmar
estas silentes
oquedades.

Despacio.
Son horas
de sosiego
al abrigo
de tus miradas.

Despacio.
La siesta
no responde
a impertinentes
algaradas.

Despacio.
Los silencios
están hablando
el lenguaje
de la sabiduría.

Despacio.
Esta ataraxia
no es apta
para vehementes
charlatanes.

Despacio.
La serenidad
recela 
del vértigo
de la impaciencia.

Despacio.
Las aves
necesitan
una pausa
en sus cantos.

Despacio.
La naturaleza
nos abre
sus plácidos
paisajes.





Ángel Mora de las Heras

Flores negras


 



El ocaso criba
las insanas
etiquetas
que nos atan.

La solidaridad,
sobre rostros opacos,
computa a la baja.

Se acumulan
inservibles restos
en el filtro
de la evidencia.

Sobre el tamiz
yacen los besos
envenenados,
las palabras fingidas.

Las flores negras
se han convertido
en mis aliadas
de esta noche.

Soy el disidente
del yo soy,
del yo pertenezco.



Ángel Mora de las Heras

martes, 12 de enero de 2021

Metamorfosis


 





Aplacarse
en esos susurros
de sedosas alas.

Descender
al ritmo calmo
de la naturaleza.

Abrir 
esos candados
de las verdades eternas.

Dejar
en libertad
la parodia del eco.

Liberarse
de vertiginosas
propagandas.

Y todo llega...

Llega
la hora de atender
esta cadencia invernal.

Se abre
un arcoíris
de metamorfosis.

Tras la niebla
—casi oculto—
resplandece
un rastro serendípico.

El paisaje
se atempera
de nuevas visiones.





Ángel Mora de las Heras