domingo, 27 de diciembre de 2020

Islas


 



En todas sus aristas
alumbra un bálsamo
de complicidad.

La connivencia de libertad
es delatada en aquellos
roquedos y acantilados.

El mar se acurruca
sobre negras arenas
de pura poesía.

Hay un equilibrio
entre mis huellas
y la de los pardales.

Pero existen otros litorales
humanizados de hamacas
y altivos rascacielos.

Pero existen
profanadores
de hábitats animales.

La codicia humana
abre heridas
a estos ataráxicos silencios.

¿Cuánto durará
la virginidad
en esta apartada isla?





Ángel Mora de las Heras



jueves, 17 de diciembre de 2020

Invierno

 








Quedan desnudos
estos sigilosos
fragmentos invernales.

Una evocadora niebla
besa la nieve
con quietud.

Allí,
acariciando un árbol,
un petirrojo
luce solemne
su plumaje.

Siempre...
sus mismos hábitos,
sus mismos colores,
su misma rutina.

Las modas
se hicieron
para ciertos humanos.

Mi alma,
tras la niebla,
se aleja 
de dogmas eternos.





Ángel Mora de las Heras



domingo, 22 de noviembre de 2020

Día de la Música






Hay palabras
que no encajan
en esta noche
de pupilas insomnes.

El iris
improvisa claridad
bajo cenitales
y lejanos astros.

No, no voy 
a despedir
esos vocablos
inadaptados.

Mantendré
en cuarentena
todas  las palabras
para otros desvelos.

Esta noche
quiero versos
que hablen
de violines,
de violonchelos
y pianos.

Quiero
la música
de Schubert,
Bach,
Debussy,
Vivaldi
o de Satie.

Un octeto
para cello
prolonga
mi inspiración
hasta la alborada.





Ángel Mora de las Heras


 

jueves, 29 de octubre de 2020

Luna de otoño


 



Solo, 
retirado
en esa parte
temblorosa
de la nostalgia.

El paisaje
se anticipa
para silenciar
mi voz.

El otoño
pide un gesto
para deshojar
esta larga
incertidumbre.

Las nubes 
pasan de largo.
Los besos 
solo acarician
remembranzas.

Solo la luna
trae consuelo
ante tantas
evocaciones.



Ángel Mora de las Heras 

viernes, 23 de octubre de 2020

Otoño nostálgico


 







Tengo la aquiescencia del bosque
para ser invisible por unos momentos.
Ahora podré ver a los duendes
entonando sigilosas arias.
Ahora podré caminar
de la mano de zorros y cérvidos.
Más allá —del espacio y del tiempo—
podré observar los otros detalles.
Ahora percibo sonidos, resplandores,
aleteos mimetizados de quietud.

Vuelvo al hábito visible
de ese bosque entrañable y otoñal.
El verde se ha descompuesto
en pardos, amarillos y rojizos.
Un aullido lejano reclama
un territorio con olor humano.
Mis pies no pasan inadvertidos
al pisar la estridente hojarasca.
Abajo, sobre el ocre manto
de la tierra,
suspira la nostalgia.

¿Qué pensarán los animales?
¿Qué pensarán de nosotros?






Ángel Mora de las Heras

 

jueves, 1 de octubre de 2020

Sin pertenencia


 

¡Qué lejos estoy de estos, 
de esos y de aquellos!

Lejos de esas ambigüedades
que delatan imprudencias.
Lejos de esos dogmas
al son de gregarias danzas.
Lejos de cincelados fanatismos
y de sectarias consignas.
Lejos de esos ritos
bautizados de sangre.

Y tan cerca de esas puertas
sin cerrojos ni bisagras.
Y tan cerca de ese abejaruco
posado en una rama sin nombre.
Y tan cerca de esas aves
que viajan sin banderas ni mapas.
Y tan cerca de ti, de mí
y de esos espíritus sin etiquetas.

¡Qué cerca estoy
de esas nubes sin dueño!







Ángel Mora de las Heras







domingo, 13 de septiembre de 2020

Los sentidos

 





Hay que escribir un poema
que nos invite 
a mirar,
oler,
oír,
saborear,
palpar.



Ángel Mora de las Heras 





lunes, 24 de agosto de 2020

El deseo

 








Aflora toda una gama de deseos
al visionar la calma del paisaje.
Y en el deseo vaga la noche
bajo sugestivas musas poéticas.
Y en el deseo hay una flor
que anhela un hechizado beso.
Y en el deseo hay una fuente,
ajena a los mapas de las prisas,
de alma generosa y arrebatador espíritu.
Y en el deseo...siempre el árbol,
siempre el sonriente rumor
de sus atrevidas y musicales ramas.
Y en el deseo posan sus siluetas
las garzas, las gaviotas y los ánades
sobre malabaristas brumas.
Y en el deseo...el consenso,
la empatía, el eterno equilibrio.
Y en mi sempiterno deseo:
seguir viendo estos brotes de vida.







Ángel Mora de las Heras



lunes, 15 de junio de 2020

Flor de postal






Levitan en el aire
las palabras inacabadas.
Y dejan un suspense
de mudos escenarios.
Enmudece el aliento
de un beso falaz.
Enmudecen vocablos
de sucedánea tesitura.
Se ocultan las estrellas
entre negras sombras.
Una flor de postal
no evoca los aromas.

Solo pido que enmudezca
esta desatinada mímesis.
Quiero volver a elevarme
sobre una luz tangible.
Quiero culminar las palabras,
contemplar las estrellas,
embriagarme de aromas.
Quiero acordar la voz,
recobrar el acento
de violonchelos y violines.





Ángel Mora de las Heras

martes, 9 de junio de 2020

No podría








No podría imaginarte
colmada de sucedáneos.
Desearía, más bien,
gozar tu íntegra desnudez.






Ángel Mora de las Heras 

viernes, 29 de mayo de 2020

El círculo





En un círculo de piedras, rodeado de estoicos árboles, he sellado mi divorcio con las prisas. He dejado en el olvido el runrún de las turbas, los días sin días. Ahora, por fin, los días vuelven a ser días.

Vuelvo a recobrar el sentido de la lentitud.Vuelvo a recobrar los sentidos.Vuelvo a escuchar el canto de las aves. Vuelvo a oír el crujido solemne de las hojas. Vuelvo a ese petricor añorado. Vuelvo a esa ataraxia de silencios que hablan. Recobro el aroma camuflado de la malvas. Ahora lo veo todo más claro: el monopolio de la paciencia tiene su raíz en la naturaleza.







Ángel Mora de las Heras

lunes, 11 de mayo de 2020

Paciencia







Se quedó
durmiente
en el ámbito
de la naturaleza
la paciencia.


Y allí yace,
sosegada,
olvidada
por casi todos.





Ángel Mora de las Heras 

Soy





Soy como
un hilo
que va
hilvanando
los años.



Soy el eterno
aprendiz
ante
el asombro
de la vida.








Ángel Mora de las Heras
                                                               

Me asombro





Me asombro
del árbol
que busca
la luz
entre tanta
sombra.




Ángel Mora de las Heras

lunes, 13 de abril de 2020

Ya nos queda menos





Ya nos queda menos
para ver el arrullo
risueño de las mariposas.

Vislumbro flores amarillas
en esa oquedad ignota,
olvidada de los mapas.

Intuyo mis manos,
algo anhelantes,
acariciando sus pétalos.

Esta primavera,
de acentos sigilosos,
acaricia mis sentidos.

Más allá duermen
los desertores ecos
de la letal premura.

Ya me queda menos
para esbozar esta
 señal 
de impávidos matices.

Mi puerta, entreabierta,
espera con generosa calma.




Ángel Mora de las Heras

viernes, 27 de marzo de 2020

Restaurar la cordura









Ahora las jaulas albergan
en su interior rostros humanos.
El mortal firma un armisticio
en las calles, las plazas,
los parques, las playas,
los campos y los bosques.
Recobramos los sentidos.

Hay una tregua de ruidos
sobre esta urbe de asfalto.
Empiezo a sentir una espera,
una llamada, una pausa.
Recobramos los sentidos.

La farsa de las prisas,
el vértigo del desencuentro.
Un arce, con sus incipientes hojas,
no entiende estas cadencias.
Las palomas y las gaviotas
versan sobre el pétreo pretil.
Recobramos los sentidos.

Queda suspendida la cacería,
el indigno estoque,
la vileza de la celada.
Quedan en suspenso
los infaustos vítores.
Recobramos los sentidos.

Las estridencias quedan rezagadas.
Por fin escucho los trinos,
el parsimonioso aleteo
de los duendes del aire.
Se restaura la cordura.






Ángel Mora de las Heras



sábado, 21 de marzo de 2020

Deseos vetados






Hoy me gustaría palpar,
acariciar una sonrisa.
Besar los poros vedados
por esta silente cuarentena.
Abrazar los olmos,
los alisos, los álamos...
Abrazar todo el paisaje.
Volver a sentir esas
manos colmadas de amistad.
Hoy me gustaría desplegar
mis alas —ya libres—
para volver a soñar.



Ángel Mora de las Heras

jueves, 19 de marzo de 2020

Las vistas son las que son





Si al menos tuviera la visión
de enigmáticas gárgolas
y de pétreas efigies.
Si al menos tuviera el susurro
del aura solitaria del bosque.
Si al menos tuviera la exhalación
del espliego colmando estos días.
Si al menos tuviera olvidada
la nostalgia del recuerdo.

Pero la verdad es que estoy aquí,
enclaustrado entre sórdidos edificios,
con esta intempestiva postal.

Solo diviso un viejo pino.
Él no está solo: lo habitan
urracas, gorriones y palomas.
De vez en cuando se asoman
herrerillos y carboneros.
Y la estampa, de grises y negros,
da paso a una paleta de color.
¡Qué gratitud de sonidos
albergan sus amistosas ramas!

Ahora, cuando cae la tarde,
ya puedo cerrar mis ventanas.
Una nueva instantánea
ahonda mis sentidos.
Las vistas son las que son.



Ángel Mora de las Heras

martes, 17 de marzo de 2020

En cuarentena




Las palomas y los simpáticos gorriones andan estos días desorientados. Ya no fijan sus miradas sobre los clientes de las terrazas. Los bares han bajado sus persianas y ha desaparecido la algarabía de sus inquilinos. Las palomas, ajenas a este escenario fantasmal, alzan el vuelo en busca del cobijo de techumbres, amigables pinos o de pétreas gárgolas.

Ahora las calles transmiten silencios inauditos. Las pocas personas que las transitan se saludan tímidamente y mantienen una celosa distancia. No es tiempo de abrazos. Tampoco es tiempo de enamorarse ni de aplacar el deseo con unos labios. Son tiempos de aislamiento y de serena reflexión.

El aire, ahora más puro y límpido, nos invita al placer de soñar con nuevos ámbitos. Apenas se oyen ruidos, ni se ven atascos en la gran ciudad. Las calles están desérticas de pisadas y tertulias humanas. Las playas lucen sus orillas con una solemne soledad. También hay cuarentena para teatros, cines, bares y cafés.

Nos queda, eso sí, el regocijo de la lectura, de la música y de esas charlas olvidadas de otros tiempos. Nos queda la imaginación para escribir nuevos poemas o de intentar pintar el cuadro de estos nuevos escenarios.

Las palomas y los gorriones nos piden calma, sosiego, prudencia, coraje y fortaleza. Quieren, al igual que nosotros, volver lo antes posible a llenar las plazas, los románticos jardines y las entrañables y concurridas terrazas. Y hasta la luna, generosa y solidaria, nos tiene preparado un deseo: todo un cielo cargado de esperanza.


Ángel Mora de las Heras  

jueves, 12 de marzo de 2020

Una tarde en el parque



La tarde se tornó tórrida en el parque. Los árboles daban un ligero respiro ante la asfixiante canícula. Primero bebió aquel gato negro, con andares de pausa y agotamiento, después se acercó hasta la fuente la urraca ladina con cierto sigilo y, por último, el pequeño pardal asustadizo. La siesta se antojaba sofocante. La pequeña fontana, sobre el viejo olmo, por fin descansaba su serena generosidad.




Ángel Mora de las Heras






domingo, 5 de enero de 2020

Instante de niebla








Este instante de niebla,
con su difuminado lienzo,
se presenta ante mí
con etéreos suspenses.

¿Qué habrá más allá
de esa gama espectral
de blancos y de negros?

Los colores alegres huyen
de estos melancólicos paisajes.

El bosque, de repente,
se inunda de siluetas
y oníricas evocaciones.

El cárabo canta a destiempo
sobre los ojos de las ramas.

La calígine trae partituras
célicas e invernales.

El cuadro más bello
lo pintó la naturaleza.




Ángel Mora de las Heras