viernes, 23 de diciembre de 2022

Inventario del bosque


 






Me tomé una infusión de bosque
para empatizar con sus raíces.

Extendí mis manos desnudas
para palpar el humus de la tierra.

Y en la quebrada del aliento
me embebí del goce de estos aromas.

Alcé la mirada
—sobre cielos confusos—
para recibir acuosas caricias.

Y me acordé
de los desecados riachuelos en estío
y de la aridez del desamparo.

Me acordé
de las carencias y los lamentos
de los moradores de la floresta.

Me acordé
del zorro, del arrendajo, del lobo,
de las ranas, del águila y de todos.

Pedí benevolencia y comprensión
para el reino del rostro animal.

Pedí clemencia,
como un deseo apodíctico,
para el semblante botánico.

Y escuché
la reciprocidad del eco
y de los espíritus de la espesura.



Ángel Mora de las Heras

jueves, 8 de diciembre de 2022

In albis


 



Ni unas espontáneas oraciones,
ni siquiera una frase.
Nada.

Está todo desvestido:
la inspiración se ha detenido
en estas hojas blanquecinas.

Salgo a la calle
para intentar encontrar
a las huidizas musas.

Muy cerca queda el parque.
Un parque colmado
de palomas y garcetas blancas.

Más abajo,
sobre la pasarela cubierta de nieve,
está el puente somnoliento.

Y el horizonte sigue con su albura,
con sus silentes miradas oníricas.
Y todo regresa a la textura, al inicio.

Todo queda paralizado
en un mosaico atrevido
de formas gélidas y fantasmales.

Vuelvo al cálido hogar,
al abrigo de mis calladas paredes,
para conciliar estas disonancias.

Poco a poco van llegando
las primeras frases y versos.
Regresa el éxtasis de las palabras.

Y me doy cuenta
de esta alternancia dispar de días:
días de fértil creación y días en blanco.

Me doy cuenta
que la inspiración es un fugaz instante,
un instante atemporal sin reglas.

Y le doy la bienvenida
a este sugestivo paisaje invernal.
Le doy las gracias a su gentil desnudez.




Ángel Mora de las Heras