La niebla intenta ocultar
las impurezas de la vida.
Solo queda visible un banco ausente
y la integridad de un árbol solitario.
Y enterradas en la nieve
están todas las huellas variopintas:
avarientas, generosas, solidarias,
egoístas, altruistas, sinceras e hipócritas.
Y sepultadas han quedado
las ilusiones, los fracasos, las prisas,
las pausas, los encuentros, las despedidas,
los besos, los deseos, las tristezas y las alegrías.
Todo está velado
tras la cortina difuminada de la calígine.
Todo está camuflado
en una retahíla de afilados destinos.
Ángel Mora de las Heras
Un soplo de nuevas caricias se aposenta sobre mi rostro. El sideral me invita a desnudar mi espíritu. Me invita a un nuevo viaje. Un trayecto sin guías y sin planos. Un nuevo viaje para gozar del vuelo libre de las aves. Gozar de los silencios de la naturaleza y la paz de los astros. Gozar con la serenidad y la contemplación de la noche. Quitar la pesada carga de todo lo superfluo e innecesario. Soltar el lastre que ocupa, pero no llena mi ser.
Claridad.
Claridad para alejarme
de cegueras ideológicas.
Lucidez.
Lucidez para alejarme
de dogmas y fanatismos.
Sinceridad.
Sinceridad para alejarme
de coetáneas hipocresías.
Conciencia.
Conciencia para alejarme
de leyes hostiles e injustas.
Visión.
Visión para alejarme
de todo lo tóxico y nocivo.
Calma.
Calma para alejarme
de las prisas y la vehemencia.
Prudencia.
Prudencia para alejarme
de imposturas e imposiciones.
Ángel Mora de las Heras
